A mediados de octubre, los vecinos se reunieron alrededor de un poste de luz en alguna esquina del barrio. Había un papel adherido con abundante cinta. He aquí una transcripción del texto:
"Vecinos:
Cada mañana, antes que cualquiera de ustedes pudiera siquiera abandonar el reino de Morfeo, mi vejiga ya me avisaba la hora de descargar y sin demora me levantaba. Cada mañana sin excepciones ocurría.
Admito que me encantaba orinar en la puerta de sus autos. Un auto por día, aunque a veces disparaba más hacia los autos amarillos.
Juntaba la orina del día en un bidón, bastante orina, ya que durante el día me mantenía bien hidratado, y antes de dormir también tomaba uno o dos vasos de agua.
Al despertar, agarraba el bidón, el cual mantenía junto a mi cama, miraba por la ventana para asegurarme de que ningún alma deambulase por ahí, y marchaba hacia la víctima.
Cuando llegaba al favorecido vehículo, como es sabido, vaciaba el contenido de mi vejiga. A veces me sorprendía la cantidad de líquido. Imagínense, debo tener una vejiga muy grande. Y luego de eso, remataba vertiendo el contenido del bidón. Al concluir retornaba a casa y esperaba la reacciones de ustedes, muchas de las cuales me motivaban a continuar con tan noble gesta.
Gracias por su atención."
Prontamente, uno de los vecinos corrió hacia la casa del autor. Cuando llegó, encontró la vivienda completamente vacía.